lunes, 5 de noviembre de 2012

Cante hondo


Yo meditaba absorto, devanando 
los hilos del hastío y la tristeza, 
cuando llegó a mi oído, 
por la ventana de mi estancia, abierta 

a una caliente noche de verano, 
el plañir de una copia soñolienta, 
quebrada por los trémolos sombríos 
de las músicas magas de mi tierra. 

... Y era el Amor, como una roja llama... 
?Nerviosa mano en la vibrante cuerda 
ponía un largo suspirar de oro 
que se trocaba en surtidor de estrellas?. 

... Y era la Muerte, al hombro la cuchilla, 
el paso largo, torva y esquelética. 
?Tal cuando yo era niño la soñaba?. 

Y en la guitarra, resonante y trémula, 
la brusca mano, al golpear, fingía 
el reposar de un ataúd en tierra. 

Y era un plañido solitario el soplo 
que el polvo barre y la ceniza avienta.


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